BIENVENIDOS

Sobre la loma que se asoma
en el flanco oeste del campo de batalla
un árbol de retorcidas ramas y blancas flores
recibe indiferente el nuevo día.

A los pies de grandes monumentos de cemento y hormigón
entre los que la gente baja la cabeza y obnubila su mirada,
un chico festeja un gol imaginario
levantando los brazos con una sonrisa lejana.

Las voces se hicieron truenos
cuando los oídos se hicieron sordos,
las sombras bajaron imperturbables
cuando los ojos se hicieron ciegos.

Mientras en una playa alejada y oscura
dos hombres sujetan violentamente a una mujer,
las olas cubren las rocas una y otra vez
suavizando sus filosos bordes con besos y caricias.

Un hilo rojo se pierde en gotas por una alcantarilla
y el ruido de pisadas se aleja por el callejón,
mientras que bajo la vigilia de una luz tenue
un hombre y una mujer pintan cuerpos con sus cuerpos.

El grito se hizo eco
cuando el latido se hizo vacío,
las caras fueron surcos de gotas infinitas
cuando el hombre se hizo hombre.